La Expedición Balmis o la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna de la viruela es la primera expedición filantrópica de la historia. Fue todo un hito médico y técnico, al conseguir mantener viva la vacuna en un viaje transoceánico. Va a ser la primera campaña de vacunación masiva en los territorios de ultramar de la Corona Española.
La viruela era una enfermedad, caracterizada por graves lesiones cutáneas, muy contagiosa y mortal, que en el siglo XVIII se había convertido en la pandemia más mortífera de la humanidad. Siendo su mortalidad del 30%, se calcula que murieron por la viruela más de 300 millones de personas. Y solo enEuropa acabó con la vida de 60 millones de personas durante esa centuria, mientras que los que sobrevivían quedaban con secuelas para el resto de su vida.
No será hasta 1980 cuando la OMS declare la erradicación definitiva de la viruela.
Edward Jenner: El «padre de la inmunología»:
El gran descubrimiento de la vacuna, se lo debemos a Edward Jenner (1749-1823), el llamado padre de la inmunología, que observando a los ganaderos y especialmente a las mujeres que ordeñaban las vacas, descubrió que contraían la enfermedad de la viruela bovina con el roce de sus manos en las pústulas de las ubres, pero que no contraían la viruela humana.
Este descubrimiento lleva a Edward Jenner a convertirse en el «padre de la inmunología». El 14 de mayo de 1796, extrae pus de las ampollas de una campesina, Sarah Nelme, y se lo inocula al hijo de su jardinero de 8 años, James Phillipps. El niño, «al séptimo día, se quejó de molestias en la axila. Al noveno sintió escalofrío, perdió el apetito y sufrió un ligero dolor de cabeza, pero al décimo estaba perfectamente bien.» A las seis semanas, decidió infectarlo con la viruela humana, sin causarle ningún efecto negativo. Posteriormente repitió el procedimiento con otras veintidós personas con idénticos resultados. Esto le llevó a demostrar la eficacia de la vacuna contra la viruela.
Real Expedición Filantrópica de la Vacuna:
Debido a las enormes dimensiones que alcanza la pandemia en los territorios de ultramar, en 1803, Carlos IV va a sufragar los gastos de la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna para llevar la vacuna de la viruela a los territorios americanos y que también llegaría a las islas Filipinas, China y Japón.
Esta expedición va a suponer un enorme coste económico, ya que simplemente el equipamiento necesario para la Expedición supuso 90.000 reales de vellón. A esto habría que añadir los enormes gastos de transporte y manutención de los expedicionarios.
Era una expedición filantrópica pero también tenía elementos políticos, ya que era un intento de llevar los nuevos avances sanitarios a sus colonias y de controlar el territorio.
Se nombra como director de la Expedición al doctor, Francisco Javier Balmis y Berenguer. También le acompañan tres facultativos ayudantes: José Salvany y Lleopart, Manuel Julián Grajales y Antonio Gutiérrez Robredo. Como practicantes lleva a: Francisco Pastor Balmis y Rafael Lorenzo Pérez y como enfermeros: Basilio Bolaños, Pedro Ortega y Antonio Pastor.
Para esta expedición, se descartó la posibilidad de llevar vacas enfermas y surgió la idea de trasladar el virus in vivo a través de veintidós niños, mediante una cadena humana de vacunaciones brazo a brazo. Se haría de dos en dos, por si en alguno no prendiese o no sobreviviera. Se vacunaría a dos de ellos y a los diez días, se rasparían las ampollas para extraer un poco de líquido que después, mediante una leve incisión cutánea, se inocularía en el brazo de otro niño.
Para cuidar a los niños, la expedición lleva a la Rectora de la Casa de Expósitos de A Coruña, Isabel Zendal Gómez. Isabel va a ser la enfermera encargada de cuidar a los 22 niños portadores de la vacuna durante el trayecto. También será la encargada de poner en marcha el sistema de Juntas de Vacunación cuando pisan tierra firme.
Cinco héroes del Hostal Real:
De estos veintidós huérfanos, cuatro eran de Madrid; trece, del hospicio de A Coruña – 6 de ellos de tan solo 3 años de edad- y cinco, de la inclusa de Santiago. Nuestros cinco héroes se llamaban:
– Francisco Florencio, de 5 años, abandonado en el torno.
– Juan Antonio, de 5 años y que llegó bautizado de Lugo, encargándose María Batallán de amamantarlo.
– Jacinto, de 6 años, que fue abandonado de noche en el torno y estaba bastante gordito y llevaba al puño una cinta azul.
– Gerónimo María, de 7 años y que llegó a Santiago con una niña del hospital de la caridad de Ferrol.
– Y Juan Francisco, de 9 años, que era de Coristanco e hijo de Gertrudis del Castillo, que no pudo cuidarlo.
La Expedición Balmis parte del puerto de A Coruña el 30 de noviembre de 1803 en la corbeta María Pita, dirección a Santa Cruz de Tenerife, donde llegan el 9 de diciembre. Aquí permanecen durante casi un mes para vacunar a la población y establecen un centro de vacunación para difundir y mantener la campaña de vacunación en las demás islas.
Salen de Canarias el 6 de enero de 1804 y llegan a Puerto Rico el 9 de febrero de 1804.
Al mes siguiente, llegan a Venezuela, donde vacunan a 12.000 personas en menos de un mes.
La Expedición se divide en dos:
En mayo de 1804 la expedición se divide en dos grupos para ser más efectiva:
– Expedición de Salvany (08/05/1804-21/07/1810). Este grupo, va a poner rumbo a la América Meridional. Estaba capitaneada por el subdirector de la misión, el cirujano José Salvany, que durante siete años recorrió América del Sur, visitando Panamá, Colombia, Ecuador, Perú, Chile y Bolivia.
En esta expedición también participaron: un ayudante, Manuel Julián Grajales; un practicante, Rafael Lozano Pérez; un enfermero, Basilio Bolaños; y cuatro niños de la inclusa de Madrid. Fue un viaje muy duro y el propio Salvany perdió la vida en Cochabamba en 1810.
Sus ayudantes, Grajales y Bolaños, van a navegar por las costas chilenas para extender la vacuna, llegando a Valparaíso y más tarde a Santiago de Chile. Se sabe que alcanzaron el sur de Chile, vacunando en San Carlos, capital de las islas Chiloé. En enero de 1812 se embarcan de nuevo para volver al puerto del Callao, trasladándose luego a Lima, donde dan por terminada la Expedición.
– Expedición Balmis. (08/05/1804-04/09/1806). Este grupo se dirige hacia la América Septentrional. Estaba dirigida por su director Francisco Xavier Balmis, al que acompañaban un ayudante, Antonio Gutiérrez Robredo; un practicante, Francisco Pastor; dos enfermeros: Pedro Ortega y Antonio Pastor; la rectora y encargada de los niños, Isabel Zendal y Gómez y los 18 niños gallegos de las inclusas de A Coruña (13 de esos niños) y Santiago de Compostela (5 niños).
Balmis parte hacia Cuba, para extender la vacuna por el Caribe, Centroamérica y el norte del continente americano. En Nueva España establece unas Juntas de Vacuna, encargadas de la vacunación del virreinato y de las sucesivas expediciones que se van a dirigir hacia el norte y que llevarían la vacuna a Texas, Nuevo México y California. En México Balmis consigue a 25 niños mexicanos a cambio de una compensación monetaria y la promesa de que serían devueltos.
A continuación, Balmis se dirige a Filipinas (donde vacunan a unas 20.000 personas). Visita Manila y posteriormente Macao y Cantón, desde donde Balmis enfermo decide regresar a España.
La expedición pasa a ser dirigida por Gutiérrez Robredo, mientras que Antonio Pastor y Pedro Ortega son comisionados para llevar la vacuna a las islas de Misami, Zambuanga, Zebú y Mindanao.
Al finalizar la Expedición…
En el viaje de regreso a España, Balmis va a hacer una parada y vacunar a los habitantes de la isla británica de Santa Elena, a pesar de la rivalidad entre España e Inglaterra.
Llega regreso a España el 7 de septiembre de 1806, donde es recibido con honores por Carlos IV.
A excepción de Balmis, ninguno de los miembros de esta expedición consiguió volver a la Península, y las siguientes guerras (Independencia española e Independencia americana) les van a obligar a establecerse en Nueva España.
Isabel Zendal se queda a vivir en Puebla (México) con su hijo Benito Vélez, que había sido uno de los niños de la expedición. Va a ser considerada como la primera enfermera de la historia en misión internacional.
Los veintidós niños originales se quedaron en México. Se les había prometido que serían adoptados cuando llegasen al nuevo mundo, pero hay constancia de las quejas de Balmis por no cumplir lo prometido. Los más pequeños lo consiguieron, los mayores fueron a las escuelas patrióticas, pero a todos se les perdió la pista.
Como homenaje para recordar esta expedición filantrópica y a los cinco niños que participaron en esta expedición y que pertenecían a la inclusa del Hospital Real de Santiago, se colocó en febrero de 2017 una placa conmemorativaen la pared de la antigua inclusa- hoy sala de lectura– del Hostal de los Reyes Católicos. Con esta placa, se pretende dejar constancia de la labor tan importante que llevaron a cabo estos cinco niños, que ayudaron a salvar tantas vidas y así rememorar una de los más nobles ejemplos de filantropía en los anales de la historia. Y es por eso, que yo también les quiero rendir un pequeño homenaje con este artículo, para que no caigan en el olvido, porque gracias a ellos – y a otros diecisiete niños más-, se pudo llevar a América y Asia la vacunapara erradicar la viruela.
Y curiosamente, en estos tiempos tan difíciles, donde otra terrible pandemia se está llevando millones de vidas en el mundo… El ejército español bautizó con el nombre de “Operación Balmis” la operación para luchar contra el coronavirus, en referencia a la hazaña de este médico español que en 1803 protagonizó la primera expedición sanitaria internacional de la historia, para llevar la vacuna de la viruela al resto del mundo, inoculada en el cuerpo de estos veintidós niños, de los que cinco pertenecían a nuestro querido Hostal de los Reyes Católicos.